terça-feira, 26 de maio de 2009

La globalización imperialista y sus contradicciones

La globalización imperialista y sus contradicciones

Antonio Elías


Para comprender la naturaleza del imperialismo contemporáneo hay que evaluar los alcances, límites y perspectivas de la globalización neoliberal. A su vez, para construir opciones antiimperialistas es necesario analizar las contradicciones objetivas del capitalismo globalizado y sus formas actuales de manifestación.
Por mucho que nosotros separemos “lo político” y “lo económico”, la principal potencia imperialista contemporánea, Estados Unidos, lo reúne todo bajo su estrategia de seguridad nacional, en que la fuerza militar ocupa un lugar principal. Algunos dicen que apoyan acuerdos con Estados Unidos por razones “comerciales”, pero tanto los Tratados de Libre Comercio como los Tratados de Protección de Inversiones son parte de un “combo imperialista”, en que tratados e invasiones son parte de una sola y única estrategia.
Entendemos imperialismo como la tendencia de un Estado a expandirse territorial, militar (1), cultural, económicamente a costa de otros estados generalmente menos desarrollados tecnológicamente.
Uno. La globalización es un proceso de expansión del capitalismo - basado en el creciente desarrollo de las fuerzas productivas - que se realiza a través de la eliminación de las fronteras económicas, la desregulación de los mercados, la privatización de las empresas públicas y la flexibilización del trabajo.
Entre los varios éxitos de la globalización, para el gran capital, destacamos dos: recompuso la rentabilidad del capital, propiciando la recuperación de la tasa general de ganancia en los principales centros del capitalismo mundial; logró la expansión del ámbito de acción del capital, al incorporar vastas zonas del planeta a la lógica del mercado mundial capitalista. Todo ello facilitado por el derrumbe del bloque soviético y la incorporación del mercado” en el proceso económico de China.
En el marco de la expansión capitalista se produce el surgimiento de nuevos polos dinámicos de acumulación y crecimiento económico - donde se destacan China, India, Rusia y Brasil - que tienden a modificar radicalmente la estructura de las relaciones económicas y políticas internacionales y que, en particular, han puesto en entredicho la hegemonía de EEUU.
Complementariamente, se agudizó la lucha de clases – en el interior de cada país y a escala mundial - debido al profundo deterioro en las condiciones de trabajo y de vida de la clase trabajadora y, en general, de las clases no propietarias.
En el marco del empobrecimiento general de las economías periféricas – por la división internacional del trabajo - relegadas a la producción y exportación de bienes con poco valor agregado, se crean las condiciones para impulsar opciones de desarrollo que - con los matices y particularidades de cada país – son críticas del modelo neoliberal de acumulación, tales como, Venezuela y Bolivia.
La conflictividad internacional, asimismo, se agudizó por el despliegue abierto de las tendencias imperialistas - a partir del derrumbe del bloque soviético - en Europa Central, los Balcanes, Afganistán, Irak, etcétera.
Dos. La situación actual de la economía mundial es esencialmente contradictoria como lo demuestran los datos del primer semestre de 2007. Por un lado, se presentan signos de desaceleración en los países centrales: Estados Unidos creció apenas (1,9%), la Unión Europea (3%) y Japón (2%). En contraste, los polos dinámicos emergentes, los llamados BRIC, presentan, en igual período, altas tasas de crecimiento: Brasil (4,4%), Rusia (7%), India (8,9%) y China (11,5%).
Observada desde la perspectiva de los centros, la economía capitalista se desacelera, lo que permite prever el comienzo de una recesión cíclica que pondría fin a la expansión iniciada en 2002. Está recesión afectará muy negativamente la dinámica económica mundial, dado que estos países representan más de la mitad del producto mundial y son, además, el centro de operaciones de las empresas transnacionales más grandes del planeta.
Las estimaciones para el 2008 mantienen la trayectoria señalada para ambos bloques de países. Como resultado de estas dos tendencias contrapuestas, podría suceder, como en 2001, que la recesión sea relativamente más profunda en el centro y relativamente más moderada en el resto del planeta.
Tres. En el plano estructural, se experimenta una transformación de la economía mundial que junto con modificar el peso relativo de los distintos países y bloques (2), profundiza la interdependencia entre los mismos.
Hay, pues, signos de mutaciones estructurales de largo plazo. En ese sentido, se destaca que el debilitamiento de la economía de Estados Unidos va acompañado por el fortalecimiento de las empresas transnacionales estadounidenses y la exacerbación de su política belicista.
La participación en el producto mundial de los países centrales medido por paridad de poder de compra muestra una tendencia decreciente: la Unión Europea pasó de representar el 25,5% en 1992 a 21% en 2006; Japón por su parte pasa, en igual período, de 8,8 % a 6.3%; Estados Unidos que había logrado el 21% promedio de 1980 a 2000 sólo alcanza en 2006 un 19,7 %.
Como contrapartida, entre 1992 y 2006, China duplica su participación pasando de 7.1% a 15,5% y la India crece de 4.4% a 6,3%.
La expansión de China se ha basado en el auge de las exportaciones hacia Estados Unidos y en las estrategias de relocalización global de las empresas transnacionales. Dichas empresas, muchas estadounidenses, buscaron aumentar su rentabilidad reubicando su plataforma productiva en China para exportar desde allí a EEUU.
La India se expande con base en la relocalización global de las corporaciones transnacionales en su territorio y al desarrollo de algunos sectores de tecnologías de punta. El alto dinamismo que ha tenido Rusia en los últimos años está vinculado con el sostenido aumento de los precios internacionales del petróleo y el gas natural.
Cuatro. La economía de Estados Unidos es cada vez más vulnerable ya que, en los últimos años, su crecimiento se ha sustentado en factores inherentemente desestabilizadores: los déficit gemelos (fiscal y externo) y las burbujas especulativas (inmobiliaria y bursátil).
Los déficit gubernamentales han sido financiados con la venta de Bonos del Tesoro a extranjeros y los déficit en cuenta corriente - causado principalmente por el déficit comercial y, en menor medida, por las rentas de capital provenientes del exterior que se han hecho negativas - han sido cubiertos con capitales del exterior atraídos por las burbujas especulativas.
Entre 2000 y 2007 la deuda externa global de la principal economía del mundo se incrementó en 4.6 billones de dólares. Lo cual acrecienta la dependencia financiera de Estados Unidos con respecto al resto del mundo y genera, a su vez, una interdependencia contradictoria con sus principales acreedores, en particular con China.
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Los cambios estructurales de la economía mundial han debilitado el poder económico de Estados Unidos, que trata de mantener su dominación por todos los medios, incluyendo la guerra. Esto se expresa en una creciente conflictividad internacional y en el despliegue de nuevas formas de manifestación del imperialismo, como lo demuestran las agresiones e invasiones a Afganistán, Irak e Irán en carpeta.
La expansión económica capitalista ¬con la relocalización de las transnacionales y el crecimiento que ello implica en los nuevos polos dinámicos asentados en la periferia¬ genera contradicciones que se manifiestan nítidamente en las relaciones de interdependencia entre Estados Unidos y China.
Cinco. La expansión capitalista ha sometido la economía norteamericana a crecientes niveles de competencia con el exterior, los cuales se acrecentaron junto con el crecimiento sostenido de las economías asiáticas: primero Japón, luego China y posteriormente India.
Estados Unidos, que en algún momento fuera una orgullosa nación exportadora, se ha transformado en el más grande importador mundial. Desde 1992 hasta 2007, el déficit comercial de Estados Unidos se ha incrementado de 84 mil millones de dólares a cerca de 800 mil millones de dólares. Consecuentemente, el prestamista más grande del mundo se ha transformado en el prestatario número uno del planeta.
El crecimiento que tuvo la economía norteamericana en los primeros años de esta década no se explica solamente por el aumento del consumo interno financiado por el excedente de terceros países. El gasto público en el complejo militar-industrial cumplió una función primordial para sostener, a través de sus efectos multiplicadores, los niveles de crecimiento del producto y del empleo. Lo cual, a su vez, repercutió en el aumento explosivo del déficit fiscal.
En busca de convalidar este estado de violencia mundial, Estados Unidos han intentado imponer ¬más bien para su "frente" interno¬ una nueva noción de soberanía que legitime el uso de la violencia para defender supuestos "valores universales", tales como el binomio democracia representativa y economía de libre mercado.
En Kosovo la agresión militar se disfrazó de "guerra humanitaria"; en Afganistán fue "guerra antiterrorista"; en Irak se trató de "guerra preventiva". Cuando Estados Unidos invadió Irak sin el aval de la ONU, quedaron expuestos los verdaderos motivos de la operación: garantizar el aprovisionamiento energético y consolidar su presencia militar en una región de enorme valor estratégico.
Así la proliferación de los conflictos bélicos cumple dos funciones básicas: una, como instrumento geopolítico para apropiarse de recursos naturales; otra, activar el proceso de acumulación de capital a través del aumento de la demanda a las industrias de guerra.
La exitosa relocalización internacional de las corporaciones estadounidenses le impone a Estados Unidos la necesidad de garantizar la estabilidad de los espacios nacionales donde éstas operan, para consolidar su inserción y su rentabilidad. Las 700 bases militares que tiene EEUU en 130 países están disponibles para ese fin . (1).
Esta lógica perversa hace cada vez más evidente que la militarización imperialista es el resultado directo de un sistema de acumulación del capital sostenido en la dominación y explotación del resto del mundo.
Paradójicamente, las inversiones norteamericanas han elevado el crecimiento de tres potencias nucleares ¬China, India y Rusia¬ lo cual constituye un reto geoestratégico de largo plazo para EEUU. Debe tomarse en cuenta que, más allá del inmenso peso económico de las empresas transnacionales, países como la República Popular China mantienen un sistema político poderoso, sólido y autónomo.
Seis. Las tensiones entre Estados Unidos y China ¬países que sumados representan el 36% del producto mundial¬ aumentaron en el correr de 2007. Las relaciones entre el país capitalista más desarrollado y la principal nación emergente se vieron agravadas en agosto de 2007 cuando Estados Unidos presionó a China, como lo ha hecho en otras oportunidades, para que revaluara su moneda a fin de reducir la competitividad-precio de los asiáticos y provocar una disminución de sus exportaciones y un aumento en sus importaciones, lo cual permitiría abatir el déficit comercial norteamericano.
Al mantener el valor del yuan en un nivel bajo, el gobierno chino tiene una ventaja competitiva en el enorme mercado estadounidense, lo que explica porqué las tiendas estadounidenses están inundadas de productos "made in China" mucho más baratos que los nacionales. China inunda de productos a EEUU, consiguiendo un superávit comercial bilateral descomunal: 250 mil millones de dólares anuales, según el U. S. Census Bureau.
China, que ya había revaluado su moneda en 2006, no aceptó las presiones y respondió con la amenaza de vender los 900 mil millones de dólares en Bonos del Tesoro que tiene el Banco Central chino y hacer colapsar la divisa estadounidense. También dicha cifra está en cuestión: según el Tesoro norteamericano los bonos en poder de China eran 407 mil millones de dólares en mayo de 2007.
Esos papeles de deuda son los que compra el gigante asiático con los dólares que recibe por la venta de sus productos al mercado norteamericano y, a su vez, son los que financian el déficit comercial norteamericano, en alza.
La respuesta norteamericana, en el ajedrez de la globalización, fue retirar del mercado estadounidense, por razones sanitarias, productos fabricados en China, tales como, comida para mascotas y juguetes Mattel. La respuesta china fue prohibir el ingreso de productos alimenticios Campbell Soup por el alto contenido de aluminio.
Siete. Aunque Estados Unidos es una potencia cuya dinámica económica se ha debilitado, sus empresas siguen siendo las responsables de la mayor parte de la innovación tecnológica, del comercio internacional y de la inversión productiva mundial. China, aunque es una potencia económica ascendente, tanto por sus exportaciones como por su alta inversión productiva interna, es muy dependiente de la dinámica del mercado estadounidense y del suministro de materias primas y de energéticos.
Es muy difícil que las tensiones y diferendos comerciales chino-norteamericanos se transformen en enfrentamientos drásticos, dado que afectaría gravemente la economía de ambos países. Sin embargo, el debilitamiento del dólar por el agravamiento de la crisis financiera podría llevar a que China, para proteger su economía, se vea obligada a reducir sus reservas en dólares. Si eso sucediera aumentaría sustancialmente la inestabilidad de la economía mundial y los riesgos de confrontaciones militares, básicamente agresiones imperialistas contra países periféricos.

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La expansión capitalista y la vorágine especulativa impulsada por el capital financiero y las empresas transnacionales han creado, en las últimas décadas, nuevas relaciones internacionales con una interdependencia creciente entre las economías nacionales, los bloques regionales y el mercado mundial.
La implosión del "socialismo real" puso fin al enfrentamiento entre sistemas económicos alternativos, haciendo más visibles las contradicciones internas del capitalismo a escala mundial. A la vez que hay una pugna por lograr el control de recursos y mercados que enfrenta a las empresas transnacionales, los países centrales y los bloques regionales; se profundizan las relaciones de dependencia de los oprimidos y empobrecidos países periféricos con los países centrales.
Ocho. El impacto de la globalización imperialista en una nueva división internacional del trabajo "privilegia" a nuestro continente con el papel de proveedor de materias primas con poco valor agregado, condenándonos al atraso tecnológico y a la expulsión permanente de fuerza de trabajo.
Asimismo, en un claro proceso de neocolonización implementado, básicamente, por las empresas transnacionales, se efectiviza la apropiación de nuestras riquezas naturales, los sectores económicos estratégicos y los mercados de servicios públicos.
En tercer lugar, la globalización imperialista amplifica el neoliberalismo como ideología dominante, el cual mantiene, más allá de discursos encendidos, enormes mecanismo de reproducción.
En la mayor parte de nuestros países las fronteras económicas han sido desmanteladas, los aparatos de estado han sido "rebajados" por el Consenso de Washington y las reformas de segunda generación, los medios de comunicación "rescriben" la realidad en función de los intereses dominantes y el sistema de educación reproduce el pensamiento único.
La frutilla "política" de la torta la constituyen la mayor parte de las fuerzas políticas y dirigentes, incluida la autodenominada izquierda pragmática, que trabajan denodadamente para evitar que el pueblo asuma la participación efectiva en todos los ámbitos de la vida pública. Como contrapartida, esos mismos dirigentes, colocan alfombras para recibir a los héroes modernos, a los nuevos salvadores de nuestra América: los inversores extranjeros.
Nueve. El neoliberalismo incrementó sustancialmente la brecha tecnológica, financiera y productiva entre los países centrales y los periféricos, reflejada en la evolución del PBI per cápita de los principales países industrializados y de las mayores economías de América Latina.
Si se compara el ingreso por persona de los seis países industrializados más importantes - Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia- con el de siete países latinoamericanos ¬ Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela ¬ en diferentes años se verá que el crecimiento de la brecha es alarmante. (1)
En 1950 el ingreso per cápita de esos siete países latinoamericanos era el 54% del per cápita de los países centrales señalados; en 1973 bajó al 42% y en 2004 llegó al 12%. El PBI per cápita promedio, del año 2004 alcanza a 32.344 dólares para los seis países industrializados y a sólo 3.839 para las siete mayores economías de Latinoamérica. Pese a ser el modelo emblemático del neoliberalismo, Chile no escapa a la misma tendencia, pasando de 60% en 1950, a 37% en 1973, para caer a 15% en 2004. Da vértigo.
Junto con la ampliación de la brecha económica se produjo un aumento de la pobreza. En América Latina las personas que viven con menos de dos dólares por día aumentaron 30% en dos décadas, pasando de 99 millones de personas a 128 millones entre 1981 y 2001, según el Banco Mundial.
Nueve. En América Latina, por experiencia histórica reiterada, las fuerzas políticas y sociales que cuestionan y enfrentan al neoliberalismo y al proceso de globalización tienen un marcado carácter antiestadounidense.
Esas heterogéneas fuerzas, han sido un factor fundamental del triunfo electoral de algunos partidos, como el PT de Brasil; coaliciones, como el Frente Amplio de Uruguay; dirigentes y organizaciones emergentes como en Bolivia, Ecuador y Venezuela.
La heterogeneidad política de América Latina se ha acentuado, hay países que han impulsado programas de gobierno con diferentes grados de cuestionamiento al neoliberalismo, en tanto otros, profundizan su integración dependiente al sistema capitalista, mediante la apertura económica que facilita la expansión capitalista a través de acuerdos de libre comercio con Estados Unidos (entre otros, México, Colombia, Perú y Chile). Los que cuestionan al neoliberalismo pretenden recuperar el control de sus recursos naturales y de los sectores estratégicos de la economía (fundamentalmente Bolivia, Venezuela y Ecuador).
En un espacio intermedio se encuentran los países fundadores del Mercosur, aunque existen claras diferencias entre, por un lado, Brasil, Uruguay y Paraguay que aplican un programa económico ortodoxo - similar a los que recomendó y recomienda el Fondo Monetario Internacional - y, por otro lado, Argentina que implementa un modelo heterodoxo que le ha dado muy buenos resultados: el producto creció a 9% promedio en los últimos cinco años y las reservas en dólares aumentaron sustancialmente.
Diez. La globalización amplía los espacios de operación del capital, aumentando los niveles de concentración y centralización del mismo. Esto provoca que los llamados "capitales nacionales" pierdan crecientemente ese carácter.
Las burguesías "nacionales" con cierta fortaleza económica se asocian con el capital transnacional y, a través de esa alianza, se mimetizan asumiendo la defensa plena del proceso de globalización y del sistema institucional jurídico, cultural e ideológico que lo sostiene.
Otros sectores de las burguesías "nacionales", por múltiples razones, asumen la bandera del proteccionismo como forma de supervivencia aunque, paralelamente, muchos de ellos pretenden alcanzar niveles de competitividad internacional a expensas de los salarios y de las condiciones laborales de los trabajadores.
Por todo ello, para enfrentar con éxito a la globalización imperialista, habrá que construir una gran alianza con todos aquellos sectores económicos, sociales, étnico-culturales y políticos cuyos intereses objetivos están en franca contradicción con los intereses del imperialismo y sus aliados locales.
Nuestra América, la independiente y soberana, la que aspira a la justicia social, la que busca una sociedad sin explotados y explotadores requiere cambios históricos reales. Es necesario construir una alternativa socialista que garantice, a la vez, la eficiencia, la socialización de los procesos económicos, la democracia y la libertad.
(1) Maddison, Angus, "La economía mundial 1820-1992", OCDE, 1997; "Informe sobre el desarrollo Mundial 2006", Banco Mundial.


Publicado en la contratapa de “La República”, Montevideo, el 6, 20 y 27 de enero de 2008.

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